$ 1800 x m²
Primera parte de la serie curatorial
Levantamiento de zona
Adriana de la Rosa, Daniel Escamilla, Julio Villavicencio, Rubén Ojeda,
Santiago Pérez, Santiago Rojo, Turista Mundial Colectivo
Santiago Pérez, Santiago Rojo, Turista Mundial Colectivo
"Y Caín le dijo a su hermano: vayamos al campo. Y aconteció que cuando estaban en el campo, Caín se levanto contra su hermano Abel y lo mató."
Génesis 4:8
Génesis 4:8
Imaginemos que tenemos una casa en medio de la nada, como cuando solemos referir a la incertidumbre que nos genera un espacio natural fuera de toda convención urbana. Esta casa, por azares del destino, se convierte en un espacio de investigación y exhibición artística. ¡Qué buena forma de ocupar una casa vacía! ¿No? Supongamos que dentro de esas investigaciones se descubre que la casa no está aislada y que la incertidumbre se delata en grandes extensiones de terreno con los que se empiezan a especular en el mercado inmobiliario. Poco a poco, el lugar comienza a formar parte de la ciudad, los predios se vuelven de alta plusvalía y con ello surge una avalancha de fenómenos inherentes a la transformación de un espacio natural en zona residencial, como diversos casos que se han estudiado al rededor del mundo.
$1,800 x m2 es una de las exposiciones con que inició El Chilar, que da pie a varios cuestionamientos sobre el contexto en el que se emplaza el proyecto: las condiciones que determinan la transformación de los alrededores de este espacio y cuáles son sus órdenes y resonancias globales. Uno de los principales objetivos es producir un archivo a partir de investigaciones e intervenciones artísticas sobre lo que acontece en el espacio y su inminente transformación generada por la especulación inmobiliaria, misma que afecta a El Chilar y su duración como proyecto cultural. El panorama es sencillo: un cerro bien ubicado (la zona norte de la ciudad, ¿reserva ecológica?), una ciudad que crece y mucha tierra donde asentarse (que en las últimas décadas ha generado alta plusvalía). El paisaje es ideal para que un grupo de jóvenes –ingenuos- artistas preocupados por su entorno indaguen dichas problemáticas. Dicho esto, imaginemos que esos jóvenes se dividen las tareas para abordar cuatro temáticas de la exposición que a continuación se describe.
$1,800 x m2 es una de las exposiciones con que inició El Chilar, que da pie a varios cuestionamientos sobre el contexto en el que se emplaza el proyecto: las condiciones que determinan la transformación de los alrededores de este espacio y cuáles son sus órdenes y resonancias globales. Uno de los principales objetivos es producir un archivo a partir de investigaciones e intervenciones artísticas sobre lo que acontece en el espacio y su inminente transformación generada por la especulación inmobiliaria, misma que afecta a El Chilar y su duración como proyecto cultural. El panorama es sencillo: un cerro bien ubicado (la zona norte de la ciudad, ¿reserva ecológica?), una ciudad que crece y mucha tierra donde asentarse (que en las últimas décadas ha generado alta plusvalía). El paisaje es ideal para que un grupo de jóvenes –ingenuos- artistas preocupados por su entorno indaguen dichas problemáticas. Dicho esto, imaginemos que esos jóvenes se dividen las tareas para abordar cuatro temáticas de la exposición que a continuación se describe.
Plano de situación
La exposición adquirió forma en una de las dos edificaciones que integran el rancho El Chilar: una casa vacía de uso habitacional que, como toda residencia de alta plusvalía, digna de ser habitada, cuenta con un corredor, una recepción, escaleras, pasillos, sala/comedor, cocina, baño y habitaciones. Todo esto se desdibuja para dar pie al espacio expositivo que nos guía en un recorrido por diferentes cuestionamientos en relación a la urbanización, construcción y especulación inmobiliaria de los territorios, partiendo del ámbito local al global. Empezamos el recorrido con una pequeña casa de madera cuyo relleno de cemento se desborda, una obra de Santiago Rojo que parte de la declaración de que el cemento, como material paradigmático para la construcción, impuesto en un proyecto de modernización y progreso, violenta cualquier contexto: no sólo porque el uso del concreto deseche otras formas de construcción sino que implica, a su vez, la pérdida de diversas prácticas locales para dar paso a la homogeneización de la construcción de las ciudades. La obra es presentada a manera de maqueta como introducción a las demás propuestas. |
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En seguida y dando continuidad a la idea arquitectónica de la construcción, tenemos Cardo y decumano, pieza de Santiago Pérez que, a través de una cartografía de Cholula —que con el crecimiento urbano ha pasado a formar parte de la ciudad de Puebla—, nos muestra una manera peculiar de interpretar un estudio socioeconómico a partir del manejo de las líneas. En la cartografía de Santiago Pérez, la proximidad entre una línea y otra es el parámetro que mide la densidad de habitantes que pueden coexistir en un espacio específico: sus propias casas. Lo que se pone de manifiesto en esta obra es el contraste entre las viviendas de varios metros cuadrados ocupadas por familias de, por ejemplo, 2 ó 3 personas y las más pequeñas que están habitadas por un grupo de, incluso, 10. Esta pieza muestra el momento en que la sobrepoblación de las ciudades comienza a colindar con inmensas extensiones de terreno virgen o agreste, que son adquiridas por unos cuantos para formar zonas residenciales. Puebla es un «bello» ejemplo de esto desde que los campos de cultivo de Cholula se convirtieron en la Angelópolis, residencial de lujo. La zona en la que se encuentra El Chilar puede llegar a ser delineada de la misma forma. |
Catástrofe
“Estamos en la época de lo simultáneo, estamos en la época de la yuxtaposición, en la época de lo próximo y lo lejano, de lo uno al lado de lo otro, de lo disperso. Estamos en un momento en que el mundo se experimenta, creo, menos como una gran vida que se desarrolla a través del tiempo que como una red que une puntos y se entreteje.”
M. Foucault, Los Espacios Otros.
M. Foucault, Los Espacios Otros.
Daniel Escamilla nos muestra un panorama lúgubre de la situación global en la que nos encontramos: a partir de una serie de coordenadas hechas con códigos QR conecta lugares que han sido deshabitados, muchos quedando prácticamente en ruinas. Aquello que Daniel Escamilla remarca es la similitud entre el fracaso esencialmente económico de las edificaciones contemporáneas al de las catástrofes naturales o antrópicas que dejan desiertas ciudades enteras. Tal es el caso de Ordos, China donde se ofertó una ciudad entera a precios excesivamente altos que, al no poder mantenerse en la dinámica del mercado, colapsó en una ciudad fantasma, como sucedería después del cataclismo nuclear en Fukushima en Japón. La pieza, que funciona de manera virtual, cobra un sentido ligeramente sobrecogedor en esta exposición si se considera que está emplazada a 5 minutos del Libramiento Norte, una carreta abandonada que quedó en desuso por distintos factores político-sociales y económicos.
El pasillo en el que se encuentran los códigos –de la decadencia/opulencia– conecta con todas las habitaciones de la casa. En una de ellas, Adriana de la Rosa intervino recreando una suerte de catástrofe poética de la inundación, una problemática frecuente en los suburbios marginados de las urbes de México, además, de las comunidades cercanas a los ríos y mares. En el cuarto a oscuras, se veía proyectada una toma de los de los azulejos del chapoteadero vacío que está al lado de la alberca de El Chilar, de donde se sacó agua (que no ha sido tratada en dos años), para llenar la habitación hasta 20 cm de altura. La pieza se completaba con el audio de una entrevista realizada a una mujer dentro de una fiesta, en ella nos cuenta con un tono alegre cómo se inundó su casa por las lluvias. A pesar de que la proyección se reflejaba en el agua del piso, generando un juego de luces, colores y movimiento, los visitantes entraban inmediatamente a la sala mojándose los pies. |
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Expropiaciones
La diferencia entre la idea de pueblo y ciudad es bastante clara en nuestro país. Julio Villavicencio hace una conexión de estos dos conceptos a través de la indicación del camino festivo y lo artificial del proyecto inmobiliario utilizando el mismo estandarte: «El carrizo con banderín ondeado por el viento». En la experiencia del artista, algunos pueblos de la sierra de Oaxaca se acostumbra indicar la vereda que conduce a la festividad colocando carrizo adornado con papel de china de colores en la punta que serpentea con el viento. El artista utilizó esta referencia para señalar el camino hacia la exposición $1,800 x m2 cuyo paisaje se asemeja al contexto rural al que hace alusión; este trayecto puede ser visto desde una de las habitaciones de la casa en la que se encuentra la segunda parte de su intervención: un bloque de concreto que representa al espacio urbanizado y un conjunto de carrizos con papel de china que ondea con el viento producido por un ventilador. Toda esta escenografía provoca una serie de cuestionamientos sobre lo artificial que se yuxtapone a la idea de «tierra virgen». A final de cuentas estamos en la “Gran fiesta inmobiliaria”.
La diferencia entre la idea de pueblo y ciudad es bastante clara en nuestro país. Julio Villavicencio hace una conexión de estos dos conceptos a través de la indicación del camino festivo y lo artificial del proyecto inmobiliario utilizando el mismo estandarte: «El carrizo con banderín ondeado por el viento». En la experiencia del artista, algunos pueblos de la sierra de Oaxaca se acostumbra indicar la vereda que conduce a la festividad colocando carrizo adornado con papel de china de colores en la punta que serpentea con el viento. El artista utilizó esta referencia para señalar el camino hacia la exposición $1,800 x m2 cuyo paisaje se asemeja al contexto rural al que hace alusión; este trayecto puede ser visto desde una de las habitaciones de la casa en la que se encuentra la segunda parte de su intervención: un bloque de concreto que representa al espacio urbanizado y un conjunto de carrizos con papel de china que ondea con el viento producido por un ventilador. Toda esta escenografía provoca una serie de cuestionamientos sobre lo artificial que se yuxtapone a la idea de «tierra virgen». A final de cuentas estamos en la “Gran fiesta inmobiliaria”.
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En uno de los pasillos que divide la cocina y la sala/comedor tenemos una puerta con vista al exterior de la casa, un terreno (jardín) bastante descuidado que no se ha tratado en años. La maleza se ha apoderado del lugar produciendo una dicotomía entre lo natural del espacio y el desorden y abandono; ahí en ese pasillo yace la obra de Rubén Ojeda. La pieza consiste en una caja de madera de 70 x 50 cm rellena de tierra y casquillos de bala, en cuyo interior se sembraron semillas de chícharo, alfalfa y tomate. La pieza germinó en un periodo de un mes aproximadamente, el crecimiento de la planta era evidente ya que se le daba el cuidado necesario para su desarrollo. Debido al espacio limitado que tenían las plantas para expandirse y continuar su crecimiento su promedio de vida fue de tan solo de 3 meses. Uno de los cuestionamientos que nos interesan remarcar en torno a las problemáticas alrededor de El Chilar es la biopolítica, es decir, de qué manera se puede entender la vida desde el poder y cómo éste modifica su estatuto. Tomando a la pieza como punto de partida, se puede hablar de la injerencia del hombre en el estado natural de las cosas y su proceso de evolución a partir de la violencia aplicada a los procesos de trabajo relacionados con la tierra. Uno de los principales elementos que dieron origen al sistema capitalista fue la división de la tierra, como lo explica Silvia Federici:
“En el siglo XVI, «cercamiento» era un término técnico que indicaba el conjunto de estrategias que usaban los lores y los campesinos ricos ingleses para eliminar la propiedad comunal de la tierra y expandir sus propiedades. Se refiere, sobre todo, a la abolición del sistema de campo abierto, un acuerdo por el cual los aldeanos poseían parcelas de tierra no colindantes en un campo sin cercas”.[1] Este fenómeno ha desembocado en una historia de violencia y expropiación que perdura hasta la actualidad. La relación está aquí planteada por un casquillo de bala que ocupa un pedazo de tierra fértil. |
Estrategias y labor
A continuación nos adentramos en la cocina, espacio intervenido por Turista Mundial Colectivo. La instalación retoma uno de los proyectos que están fuertemente ligados a El Chilar debido a su ubicación geográfica y sus planteamientos conceptuales. Disertaciones sobre el Libramiento es una investigación artística que empezó en el 2012 y que tiene como objetivo entender la identidad y transformación del Libramiento Norte, la carretera abandonada ubicada a unos pasos de El Chilar. Bastidor, una de las intervenciones realizadas en ese año, consistió en cubrir una vaya publicitaria ubicada en uno de los senderos de la carretera, que en su superficie oxidada muestra propaganda de un partido político local, con 60 metros cuadrados de loneta cruda (tela comúnmente utilizada para hacer pintura de caballete). A pesar de que, debido a las condiciones de la carretera y su localización, el letrero prácticamente carece de espectadores, la tela fue retirada una semana después por los dueños de los terrenos colindantes a quienes les pertenece también el espectacular en desuso. La loneta fue recuperada y utilizada para cubrir toda la cocina dejando únicamente descubierta la ventana que da precisamente a dicho espectacular. La señalización del suceso se dio a través de un par de fotografías que contenían el registro de la pieza Bastidor colocadas en el muro que da acceso al espacio intervenido. Dentro de la sala y sobre la tela se montó una cámara en zoom que apuntaba hacía el letrero. De esta manera obteníamos una sensación del espacio ocupado tanto de forma plana como en volumen provocados por recursos tecnológicos y pictóricos.
A continuación nos adentramos en la cocina, espacio intervenido por Turista Mundial Colectivo. La instalación retoma uno de los proyectos que están fuertemente ligados a El Chilar debido a su ubicación geográfica y sus planteamientos conceptuales. Disertaciones sobre el Libramiento es una investigación artística que empezó en el 2012 y que tiene como objetivo entender la identidad y transformación del Libramiento Norte, la carretera abandonada ubicada a unos pasos de El Chilar. Bastidor, una de las intervenciones realizadas en ese año, consistió en cubrir una vaya publicitaria ubicada en uno de los senderos de la carretera, que en su superficie oxidada muestra propaganda de un partido político local, con 60 metros cuadrados de loneta cruda (tela comúnmente utilizada para hacer pintura de caballete). A pesar de que, debido a las condiciones de la carretera y su localización, el letrero prácticamente carece de espectadores, la tela fue retirada una semana después por los dueños de los terrenos colindantes a quienes les pertenece también el espectacular en desuso. La loneta fue recuperada y utilizada para cubrir toda la cocina dejando únicamente descubierta la ventana que da precisamente a dicho espectacular. La señalización del suceso se dio a través de un par de fotografías que contenían el registro de la pieza Bastidor colocadas en el muro que da acceso al espacio intervenido. Dentro de la sala y sobre la tela se montó una cámara en zoom que apuntaba hacía el letrero. De esta manera obteníamos una sensación del espacio ocupado tanto de forma plana como en volumen provocados por recursos tecnológicos y pictóricos.
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Concluimos la exposición con una pieza producida colectivamente por Julio Villavicencio, Rubén Ojeda y Santiago Rojo. La sala nos propone un breve enunciado sobre la historia de la construcción definida por un objeto: «la primera piedra». La obra consistió en mostrar los intentos para trasladar una roca de aproximadamente un metro de diámetro a la sala de exposición; el fallo del intento es expuesto a través de un video donde se puede observar a dos personas (artistas) utilizando el método de palanca para intentar mover el pedrusco del lugar donde se encontraba anclado. La acción concluye cuando la piedra rueda un metro abajo y se incrusta en uno de los juegos infantiles del rancho. El traslado a la casa quedó frustrado. El desplazamiento de la piedra a la sala de exhibición es ilustrado por bocetos que sugieren varios mecanismos utilizados a lo largo de la historia para mover objetos pesados con los que se pretende edificar. El Lugar que debió de haber ocupado esa piedra en la sala es marcado con cinta adhesiva amarilla evocando su volumen en el espacio. Por último tenemos una pintura de la misma piedra en su espacio natural, salvaje, bosquejando una suerte de naturalización del objeto. Uno de los puntos señalados por la obra es el fracaso de la acción y el esfuerzo requerido para realizar el trabajo que procesa una cantidad indeterminada de energía para la construcción de nuestro entorno.
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$1800 x m2 se emplaza en un realidad específica que habla tanto del espacio interior como del exterior (conceptual y espacial). Esta conexión debe generar una reflexión sobre las formas y los métodos con los que estamos construyendo nuestras urbes. Un pensamiento sumamente oscuro que da pie al siguiente paso de nuestra existencia material: la ruina. El Chilar está enmarcado en un espacio verde (no está de más insistir en su alta plusvalía) con un futuro inevitablemente gris ya que su uso está determinado por los poderes hegemónicos, políticos y económicos, y apelar a ello es una tarea difícil. La exposición arroja elementos suficientes para preguntarse ¿Cómo podemos entender ese progreso que tan bien nos pintan desde sus contrapuntos y fallas?
[1] Federicci, Silvia (2004). Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Madrid: Traficantes de sueños.
Agradecimientos
Se agradece el apoyo de Julio Villavicencio, Adriana de la Rosa y La Pozoliza en la realización y producción de la muestra. De la misma manera agradecemos a los artistas invitados: Daniel Escamilla, Santiago Pérez y Víctor Morales.
Este texto fue escrito por Santiago Rojo.
Se agradece el apoyo de Julio Villavicencio, Adriana de la Rosa y La Pozoliza en la realización y producción de la muestra. De la misma manera agradecemos a los artistas invitados: Daniel Escamilla, Santiago Pérez y Víctor Morales.
Este texto fue escrito por Santiago Rojo.